Por Ralph Mahoney
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan [se someten] en tu nombre.
Y él les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Lc 10:1-21).
b. El Entrenamiento De Corta Duración Es El Mejor. Note que el entrenamiento que Jesús utilizó con los doce apóstoles y los otros setenta fue de corta duración. Él demostró lo que ellos deberían hacer y, después, los envió a realizar las mismas cosas. “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Jn 14:12).
Entre más extenso sea el programa de entrenamiento, menos efectivos serán los graduados. El entrenamiento debe ser máximo de 6 meses; luego, los entrenados deberán ser enviados fuera a tiempo completo, para que practiquen lo que aprendieron. Si es necesario, pueden ser traídos de vuelta para entrenamiento adicional uno o dos años más tarde.
c. Manténgalo Práctico. El entrenamiento de corta duración debe ser 50% ENSEÑANZA Y 50% PRÁCTICA. Lo que fue enseñado deberá ser practicado inmediatamente. No entrene la cabeza, entrene las manos. Mantenga el énfasis sobre la Práctica (entrenamiento práctico).
El autor ha empleado mucho tiempo de los últimos 30 años viajando por más de cien naciones del mundo. Ha observado los entrenamientos de programas que producen buenos resultados y los que producen malos resultados (resultados negativos). La Iglesia está recibiendo magníficos resultados en tres naciones. Estos son: Corea, Brasil y Chile. En tales naciones, los principios anteriores han sido utilizados. Las iglesias están experimentando gran crecimiento y los líderes son muy prósperos en ganar miles de almas para Cristo.
El entrenamiento debe ser centrado en la Biblia, de corto tiempo y práctico. En estos tres países mencionados, las tres características del programa de entrenamiento son: la dedicación o entrega a Cristo, la pureza de carácter y el énfasis sobre el entrenamiento práctico (hacer inmediatamente lo que se ha enseñado). Es un programa basado en la Palabra de Dios, la Biblia y, es por eso, que rinde los resultados bíblicos.
“Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades” (Lc 9:1). “Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, Y les dijo: …He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lc 10:1, 18, 19).
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch 1:4, 5).
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch 1:8). Jesús no comenzó Su ministerio hasta que el Espíritu del Señor descendió sobre Él durante Su Bautismo en agua por Juan el Bautista (Lea Mt 3:16; Mr 1:10; Jn 1:32).
Jesús comenzó Su ministerio diciendo: “El Espíritu Del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable [o jubileo] del Señor” (Lc 4:18, 19; lea Levítico 25:1-54).
El Espiritu Santo fue esencial para que Jesús pudiera cumplir Su ministerio (como aparece delineado en los versículos anteriores), de igual manera, es esencial para usted.
Jesús ordenó a Sus discípulos que deberían “ser bautizados con el Espíritu Santo” (Hch 1:5). Pablo ordenó: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef 5:18).
Vea la sección de la Guía de Entrenamiento para Líderes que trata con “El Bautismo Con El Espíritu Santo”, para más enseñanza sobre este tema tan vital. b. Líderes Deben Entrenar A Otros. No perdamos de vista el principio tan vital, envuelto en las Escrituras anteriores. El líder clave era señalado y pasaba su sabiduria adelante a los que entrenaba.
En contraste a esto, el autor ha notado que a menudo los seminarios de entrenamiento son dirigidos por cristianos que han fracasado en el ministerio. Aquellos que se fueron a pastorear una iglesia o a evangelizar y fracasaron en el proceso, a menudo son traídos al Seminario para entrenar a los que tienen potencial para el liderato. Un enfoque de tal naturaleza, está condenado a producir a otros que han de fracasar.
La ley de la Cosecha encontrada en la Biblia es clara.
“Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género…” “Y creó Dios los grandes monstruos marinos [ballenas] y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género…” (Gn 1:12, 21).
Nosotros reproducimos lo que somos. Si líderes que han fracasado entrenan, sus estudiantes serán fracasos también. Los líderes que tienen éxito, son quienes llevan el Espíritu Santo en sus vidas, esos son los que deben estar envueltos en la enseñanza o entrenamiento del liderazgo. Los tales se reproducirán.
Esto fue cierto en quienes entrenó Moisés. Dios dijo: “Y… tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos…” (Nm 11:17). Esto fue cierto en Elías y Eliseo. “Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así…
Y aconteció que… un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!
Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo. Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu [unción] de Elías reposó sobre Eliseo…” (2 R 2:9-15).
Esto mismo sucedió con Jesús y Sus discípulos. “El Consolador.. .el Espíritu Santo…” (Jn 14:26). “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre…” (Jn 15:26). “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Jn 16:7).
El mismo principio todavía sigue operando. El entrenador comparte su unción con el entrenado. Por consiguiente, los que efectúan el entrenamiento deben ser los que tengan el poder de Dios sobre sus vidas. Las leyes de la Cosecha obrarán, éstas, producirán su propia especie.
Conocí un evangelista que tenía un ministerio dinámico de milagros de sanidad para la población de Asia, África y América Latina. Noté que en casi toda nación que él ministraba, el que servía como su intérprete tenía el mismo ministerio que el evangelista. Dos semanas trabajando con el evangelista hicieron que la unción se trasladara al intérprete. Después de que el evangelista se marchó, el intérprete continuó adelante con el mismo espíritu y poder del evangelista.
d. ¿Quién Traslada? Dios dijo: “Y… tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos…” (Nm 11:17).
Es bajo la dirección y soberanía de Dios que esto toma lugar. La clave en este bendito traslado es que Dios es quien escoge los recipientes y dirige el liderato. “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (He 5:4). Esto ocurre por nombramiento divino.
Es evidente que en la Iglesia primitiva ellos emplearon bastante tiempo ayunando, en oración y en el ministerio al Señor, a fin de crear la atmósfera apropiada para que Él les pudiera hablar (Hch 1:14; 13:1-3). En medio de tales tiempos fue cuando el Espíritu Santo vino. Los obreros salieron en el poder del Espíritu y cumplieron sus ministerios.
Ojalá pudiéramos limpiar los escalones hacia el Aposento Alto nuevamente y orar hasta que la presencia del Altísimo sacudiera todo el lugar. Entonces, estaríamos listos para volver a salir a proclamar y demostrar la resurrección de Jesús.
“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos” (Hch 4:33).
5. Traslade La Carga “Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel…y esperen allí contigo…Y llevarán contigo la carga del pueblo…” (Nm 11:16, 17). ¡Si usted ve a un hombre esforzándose por ser responsable, promuévalo! Tal hombre será una bendición a la obra de Dios. ¡Si ves a un hombre tratando de alcanzar autoridad, ten cuidado! Tal hombre perjudicará la obra de Dios.
a. Liderazgo No Es Señorío. “Apacentad la grey de Dios… no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P 5:3). Dios hizo a la humanidad para que ejerciera dominio (lea Gn 1:26). Por esta razón, en el corazón de la mayoría de los hombres existe el deseo de gobernar. El gobernar según el modelo bíblico, es totalmente diferente a la manera en que la mayoría de los líderes del mundo ejercen su autoridad. Es por eso que necesitamos entender el modelo de la Biblia para el liderazgo.
Es utilizar el dominio como Jesús lo hizo: legítimamente: “…porque yo hago siempre lo que le agrada [al Padre]” (Jn 8:29). Él usó Su posición de liderato para enseñar, bendecir, sanar, romper yugos, echar fuera demonios, perdonar pecados y sanar a los quebrantados de corazón (lea Lucas 4:18). Todo esto agradó a su Padre celestial. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mr 10:45). Jesús no ejerció dominio como un dictador. Él entendía Su papel como un regidor, pero al servicio de los demás.
Sus discípulos no comprendieron esto. Ellos pensaban que el liderato significaba una posición elevada para recibir honra y alabanza. “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Entonces Jesús respondiendo, dijo:… Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20:20-28).
El Señor no quería que Sus apóstoles fueran SEÑORES. Por el contrario, quería que fueran SIERVOS de los demás, humildes y dispuestos a lavar los pies de sus semejantes, exactamente como un esclavo vil. “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Jn 13:14).
El Apóstol Pablo afirmó esto en sus escritos. “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros… estáis edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef 2:13, 20).
Editado por mi, el resto lo subo despues
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