30 de marzo de 2009

LIBERANDO A LA MUJER PARA EL MINISTERIO Y EL LIDERAZGO

Reflexiones de la viña. John Wimber
¿Existe alguna razón por la cual las mujeres, creadas a la imagen de Dios, no deberían disfrutar de la misma libertad - y responsabilidad- que los hombres disfrutan?
por John Wimber
Cuando Anne Watson perdió a su marido David (uno de los líderes más importantes de la iglesia en el Reino Unido) ella aún tenía mucha vida por delante. Ella aún sabía como enseñar la Biblia. Ella aún sabía como llevar gente a Jesús, aún sabía como imponer las manos sobre los enfermos y alimentarlos. Ella aún sabía como sentarse junto a alguien y decir: “Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis...” (Deuteronomio 5.33). Su vida aún no había terminado. Desde la muerte de su esposo, ella ha sido una incansable obrera en el movimiento de La Viña en Inglaterra. Desearía tener 100 líderes que plantasen iglesias con su sabiduría, su visión, y su corazón por los perdidos.
Algunos puede que cuestionen su rol, pero debemos aprender a reconocer la obra y la mano de Dios. Relegar a un creyente con dones a un lugar desolado en el cuerpo de Cristo por causa de su sexo, en mi opinión sería una injusticia. Cuando la mano de Dios está sobre alguien, necesitamos bendecir lo que Dios está haciendo.
Dejadme decir en principio que creo que Dios ha establecido un liderazgo de la iglesia basado en el género. Respaldo el punto de vista tradicional (y el que considero escritural), de un rol único de liderazgo para hombres en el matrimonio, familia y en la iglesia. Esto finalmente, refleja la jerarquía de la Trinidad: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra” (Efesios 3.14,15). Por consiguiente, personalmente no promociono el ordenar mujeres como ancianos en la iglesia local.
Vineyard Reflections Marzo-Abril 1994 2
En el pasado, he expresado que veo el acto de “hacer el trabajo de anciano”, como una función en la iglesia que la pueden llevar a cabo tanto hombres como mujeres. No obstante, veo el oficio de los ancianos reservado solamente para el liderazgo masculino (y agregaría que mi convicción personal es solamente para hombres ordenados). Esto no debería crear ningún problema, ya que la función es para todos pero el cargo es para unos pocos.
Sin embargo, algo ha estado sucediendo en los últimos años en el movimiento de La Viña, con respecto a las mujeres. Observando el flujo de los acontecimientos en el movimiento de La Viña, he detectado que; tanto en el Espíritu como en lo natural, hay una cierta duda de parte de las mujeres. Las he visto volverse atrás.
Ciertas tendencias culturales dentro de nuestra sociedad, y particularmente en la iglesia, han truncado en cierta forma la maravillosa libertad para ministrar que Dios desea para la mujer. Seguramente el Señor querría que tuviéramos un equilibrio en esta área.
El verano pasado durante la conferencia de Pastores de la Asociación de Iglesias de La Viña, mi esposa Carol y yo nos sentimos impulsados a bendecir a las mujeres presentes, y por extensión a todas nuestras mujeres para que Dios pueda guiarlas a hacer grandes cosas por él.
La bendición de Carol Wimber
Muchas de vosotras sois llamadas a ser maestras del mundo. Habéis sido refrenadas por la incomprensión de lo que las escrituras dicen acerca de la enseñanza de las mujeres.
Si eres una maestra de la Palabra de Dios, permítele vivir en tu espíritu para que salga de ti dondequiera que vayas en cualquier oportunidad. Enseña la palabra a todo hombre, mujer y niño que escuche. Si eres una predicadora, predica la palabra de Dios. Eres libre para enseñar sobre cualquier tema. No estás refrenada a sólo enseñar cosas de mujeres a otras mujeres. Predica el Evangelio de Cristo. Predícalo en casa a tus hijos. Cría tus hijos e hijas para que prediquen la palabra. Predícalo en las esquinas de las calles, en tu lugar de trabajo, y en los mercados. Predícalo en la iglesia. Predícalo dondequiera que Dios junte gente que escuche.
Permite que Dios llene tu boca con el evangelio de Jesucristo. No te limites a pequeños grupos de oración para mujeres, pero tampoco desdeñes aquellos encuentros. Ora por los hombres, mujeres, niños... por todos.
Dios tiene madres en Israel y somos todas necesarias para levantar la próxima generación de cristianos.

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