Parte 1
Querido amigo, en la serie anterior comencé a desglosar el sentido más profundo que, desde mi punto de vista, tiene la parábola de las diez vírgenes. En ésta, observaremos al resto de las personas, para ver cuál es su posición a la luz de la palabra profética.
Como el Señor Jesús dirigió esta parábola a sus discípulos (Mateo 24:3 en adelante), cuestionémonos primeramente:
¿Cómo qué deben ser vistos los discípulos?
El Señor Jesús exhortó a sus discípulos: "Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir." (Mateo 25:13). En mi opinión, los discípulos, en este contexto del Sermón del Monte, representan la condición del pueblo judío en el tiempo inmediatamente anterior al establecimiento del reinado de Jesucristo.
En ese momento los discípulos aún no representan a la Iglesia, por lo tanto tampoco a la desposada del esposo que ha de regresar sino, antes bien, a las vírgenes, o sea a los que del pueblo judío han de ser invitados a la fiesta de bodas. Esto se puede ver claramente en Mateo 9:14-15: "Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán." Aquí el Señor no describe a los discípulos como a la esposa, sino como a los invitados de la fiesta de bodas, pues aún no se trataba de la Iglesia sino de Israel. Más tarde, los apóstoles, efectivamente, pusieron el fundamento de la Iglesia, pero aquí aún son un símbolo del pueblo judío en los tiempos finales. Ellos aún se encontraban en el umbral entre el antiguo y el nuevo pacto.
Ahora bien estimado amigo: ¿A quién se refieren las diez vírgenes?
"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo… Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!" (Mateo 25:1.6). En el Antiguo Testamento existe un interesante paralelismo de esta parábola, lo encontramos en Amós 5:2- 4: "Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante. Porque así ha dicho Jehová el Señor: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel. Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis". Es como si la Biblia aquí ya hablara, simbólicamente, sobre la condición de Israel en los últimos días, en los que ya sólo habrá "diez vírgenes" y de las cuales sólo cinco serán prudentes. Se trata del juicio que sobrevendrá al pueblo judío, en el regreso glorioso de Jesucristo para el establecimiento del reino mesiánico. Las diez vírgenes de la parábola de Jesús representan a Israel al final del tiempo de tribulación, a la medianoche, cuando el Señor venga por segunda vez. También describen la división dentro del pueblo judío y el juicio sobre Israel. La parábola de las ovejas y los cabritos (Mateo 25:31 en adelante), en cambio, trata sobre la separación entre las naciones y el juicio sobre ellas.
Entre tanto que la Iglesia, como esposa unida a Jesús, está en el cielo, Israel recibe en la tierra la invitación a la cena de bodas, es decir a la entrada del reino mesiánico venidero. También en este caso encontramos una maravillosa ilustración en el Antiguo Testamento: "He aquí es la litera de Salomón; sesenta valientes la rodean, de los fuertes de Israel. Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno su espada sobre su muslo, por los temores de la noche. El rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano. Hizo sus columnas de plata, su respaldo de oro, su asiento de grana, su interior recamado de amor por las doncellas de Jerusalén. Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como manada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad" (Cantares 3:7-11; 4:1). Aquí se nos ilustra lo siguiente:
• Salomón es imagen del rey que ha de volver, de Jesucristo, el esposo que vendrá para tomar posesión de su trono real en Jerusalén y para presentar a su esposa, que es la Iglesia.
• Los valientes armados con espadas, alrededor de él, son las huestes que le siguen. • Las doncellas de Sion, las que deben salir, son una imagen de las vírgenes que han de ir al encuentro del Señor.
• El día de la boda, describe que él ha venido al banquete de bodas.
• Luego se describe la hermosura de la esposa (Iglesia) El Señor se la presenta a su pueblo.
Durante el tiempo de tribulación, o bien la "angustia de Jacob", aumentará mucho en Israel la esperanza por la venida del Mesías. 144.000 judíos serán sellados (Apocalipsis 7:4-8). Los "dos testigos" (Apocalipsis 11:3 en adelante) y los "siervos fieles y prudentes" (Mateo 24:45-51), en estas horas de la noche de la tribulación, clamarán: "¡Aquí viene el esposo!" Muchos creerán y, basándose en la Palabra de Dios, sabrán que la venida del Mesías es inminente. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontrarán las directivas.
Los judíos mesiánicos en Israel, hoy en día ya contribuyen con este clamor a la medianoche. En el quincuagésimo cuarto día de la Independencia del Estado de Israel, sus iglesias publicaron, en el mayor de los diarios, una alentadora exhortación, cuyas palabras finales decían lo siguiente: "Según las profecías del Antiguo y Nuevo Testamento, los creyentes judíos mesiánicos creemos que Jesús, el hijo de David, es el Mesías de nuestra justificación y salvación. Cuando apareció por primera vez, hace 2000 años, cumplió con el cometido de salvador personal, a través del sacrificio de su sangre, que perdona los pecados. Y cuando aparezca por segunda vez, en un futuro cercano, cumplirá la prometida salvación nacional de nuestro pueblo."
Pero, estimado amigo, no todas las personas del pueblo judío estarán preparadas para el día de la redención. Porque de la misma manera como hay un siervo fiel y prudente y otro malo, así también hay vírgenes prudentes y otras insensatas. En esta última parábola, el Señor demuestra cuál es la diferencia: el aceite, imagen del Espíritu Santo que habita en la persona.
Parte 2
Estimado amigo, ¿Cuáles de las vírgenes son "prudentes" y cuáles "insensatas"? Las vírgenes prudentes son las que en el tiempo de la Gran Tribulación se dejan renovar completamente por el Espíritu Santo.
Siguen al Señor en completa obediencia, se dejan guiar por la Palabra de Verdad y no se manchan. Una imagen de esto son los 144.000 judíos sellados, de los cuales está escrito: "Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios" (Apocalipsis 14:4-5). En el Comentario del Nuevo Testamento de William MacDonald, dice: "Son descritos como "vírgenes", como aquellos que "no se contaminaron con mujeres". Ellos se mantuvieron alejados de la tremenda idolatría e inmoralidad de la época, y siguieron al Cordero en absoluta obediencia y entrega. Pentecost dice: "Serán las primicias para Dios y el Cordero, es decir que son la primera cosecha del tiempo de tribulación, que entrará al reino milenial para poblar entonces la tierra." Ellos no aceptaron las mentiras del Anticristo, no aceptaron adorar a un hombre. Fueron "sin mancha", en lo que a su testimonio para Cristo respecta."
Las vírgenes insensatas, querido amigo, también esperan al esposo, pero no se dejaron renovar. Por el contrario, se dejaron engañar por la mentira. ¿Cómo reconocemos eso? Debido a su evidente relación con los vendedores: "Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta" (Mateo 25:8-10). La ida hacia el puesto de los vendedores pasó a ser la perdición para las insensatas. No se menciona que hayan vuelto con más aceite o con más luz.
Ahora bien: ¿Quiénes son "los que venden"?
El libro de Zacarías culmina con la singular frase: "… no habrá más mercaderes abusivos en el templo de Señor de los ejércitos" (Zacarías 14:21, La Biblia al Día)
En los tiempos bíblicos, los mercaderes tenían fama de ser astutos, sacar ventaja y engañar. Dios dijo, a través del profeta Oseas: "... mi pueblo es como los comerciantes astutos empleando balanzas deshonestas para sus ventas, le gusta defraudar" (Oseas 12:7, La Biblia al Día). Y el evangelista Mateo relata: "Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas" (Mateo 21:12). Con esto, vemos lo cerca que puede estar el engaño del santuario.
Querido amigo, en los tiempos finales aparecerán muchos embusteros en Israel y a muchos engañarán: "… se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mateo 24:24). "Comerciarán", por así decirlo, con el nombre y la persona de Jesucristo. Por eso, el Señor advierte: "Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis" (versículo 26).
Puedo imaginarme que las vírgenes insensatas son una imagen de los muchos que en los tiempos finales, en Israel, caerán en los lazos de estos embusteros. Estos ciertamente hablarán de Cristo (versículo 23), pero no le darán el crédito que merece, sino que con palabras devotas los engañarán para su propio provecho y nunca los guiarán hacia el nuevo nacimiento.
Las vírgenes insensatas tienen la Palabra inspirada por el Espíritu Santo (2 Corintios 4:4; Salmo 119:105), pero no nacieron de nuevo a través del mismo. Tenían lámparas, pero no tenían aceite en sus vasijas.
Para la verdadera redención, hace falta algo más que una simple profesión de fe: Se requiere una renovación real por medio del Espíritu Santo.
Ahora bien estimado amigo, en Mateo 25:10-12 leemos: "… y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco." Con buenas obras uno no puede ganarse el "aceite del Espíritu", solamente se adquiere a través de Jesucristo. No todos los del pueblo judío podrán ingresar a la bendición del reino mesiánico, muchos serán excluidos. Mateo 22:11-13 hace alusión al respecto: "Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes." También en Ezequiel 20:37-38 se habla acerca de una separación del pueblo de Israel: "Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré"(Mateo 24:31), mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová."
Los falsos profetas, falsos Cristos, y engañadores, o bien vendedores, mencionados en Mateo 24:5.11.24-26, serán excluidos. Ciertamente hablan de Cristo, pero no son de los suyos. También es cierto que dicen: "Señor, Señor", hacen señales y prodigios, pero él les dirá que no los conoce (vea Mateo 7:15-23). Lo mismo se dice con respecto a las cinco vírgenes insensatas, ellas reciben por respuesta un "… no os conozco" (Mateo 25:12). Dios juzgará a los falsos profetas: "Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor" (Ezequiel 13:9). El Señor tendrá que decirles: "… no os conozco".
A simple vista parecería no haber diferencia, pero el Señor hará separación entre oveja y oveja: dice la palabra de Dios: "Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor" (Ezequiel 34:22-23).
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