Carta Abierta para YIYE ÁVILA
Aclaro que este documento no fue escrito por mi persona, por si surgen sospechas por aquella carta que si escribi yo el año pasado, con dedicatoria a varias iglesias modernas. Este documento lo leí en la siguiente dirección http://www.editoriallapaz.org/carta_yiye_1.htm y pueden encontrar respuestas a sus dudas, escribiendoles a ellos directamente, así como también podran leer las reacciones de personas que respondieron ante tal documento y que respuestas biblicas se les dieron al respecto, pueden leerlo aquí.
http://www.editoriallapaz.org/archivo_c_pent_yiye.htm
Publico este documento con el objetivo de defensa de la sana doctrina. Cuanto anhelaria que por amor, si en algunos años yo también me pudiese desviar del camino correcto, alguien tuviese valor y compasión, y me escribiera algo parecido para poder recapacitar, ya que al final todos seremos juzgados ante el tribunal de Cristo y entregaremos cuentas por lo que hicimos, unos para recompensa y otros para condenación eterna.
Desde hace mucho tiempo atras yo tenía un buen concepto de este hombre y de lo que predicaba, pues yo lo escuche un par de veces; pero siempre me sospeche que algo no estaba muy claro en sus enseñanzas o que estaba fuera de contexto, y desde luego que para mi en aquel entonces nada era claro, todo era tinieblas y yo era un ciego guiado por otros ciegos porque no leia las escrituras. Ahora puedo entender como este tipo de enseñanzas pentecostales, no llevan mas que a la exaltación del hombre, e indirectamente centran su atención en el ser humano y los bienes o bendiciones que Dios le da. Tengan cuidado, no sea que seamos engañados por un tipo de religión, que a si misma se niega como religión.
Son tiempos dificiles y la verdad no esta en juego. Y hago un recordatorio que siempre me gusta mencionar como un equilibrio espiritual en mi vida:
"Mi experiencia o practica, no pueden justificar, sustentar o sobrepasar, las verdades de la escritura, de lo contrario estaria tratando que la palabra de Dios se acomode a mi forma de vivir, o sea tratando de interpretar la Escritura en base a mis experiencias, cuando lo correcto es que mi forma de vivir este determinado por la palabra de Dios en obediencia a sus mandatos, y que yo sea moldeado conforme a su Palabra y como resultado ver los frutos que solo provienen del Espiritu de Dios. No puedo guíar mi vida por medio de experiencias sobrenaturales, revelaciones, sueños, extasis, profecias, palabras de fe, etc., primero su Palabra y luego las añadiduras, y si estas experiencias añadidas no son acorde a lo primero que es su Palabra es mejor rechazarlas, mi corazón es engañoso por eso debo obedecer sus palabras y ser gobernado en su Soberanía y Santidad"
Primera "Carta Abierta para el evangelista YIYE ÁVILA, su equipo 'CRISTO VIENE' y todos sus simpatizantes"
Prólogo para la "Carta abierta"
Estimado evangelista Yiye Ávila, y respetados colaboradores o simpatizantes suyos, esta "Carta Abierta" se la enviamos en un "sobre blanco de amor cristiano". Sentimos, el Señor es nuestro testigo, reverencia para toda alma engendrada por el "Padre de los espíritus", desde la más humilde hasta la más elevada y poderosa, deseando hacerle bien, sin excepción. Les suplicamos no interpretar mal la "franqueza" de nuestra misiva, la cual usamos para resaltar enseñanzas o prácticas, pero nunca con animosidad hacia persona alguna. Nuestro estilo obedece a la convicción de que argumentos o señalamientos no expresados con perfecta claridad y firmeza no logran el impacto deseado. Aun el mismo apóstol Pablo usaba "de mucha franqueza" (2 Corintios 3:12) para impartir con fuerza convincente la revelación del Espíritu Santo. Escogemos el medio de "Carta Abierta" para llamar atención, oficial y públicamente, a nuestros planteamientos, razonando que de otro modo pasaran por desapercibidos. Nos encantaría sentarnos cara a cara con ustedes para un diálogo ameno sobre los temas de esta "Carta". Respecto a esta posibilidad, ustedes tienen la palabra. Al "abrir" cada cual nuestra "Carta", que vaya leyéndola teniendo presente que su autor la compuso, no, por cierto, para lastimar sensibilidades, sino por amor a la verdad y a toda alma de Dios. Por favor, léala toda, y no tan solo una parte.
Diecinueve enseñanzas y prácticas analizadas a la luz de la Biblia.
-El texto de la "Carta" comienza al final de esta lista.
(1) "SUPER SALUD": la dieta de frutas y vegetales . "Esa forma de alimentación es la perfecta voluntad de Dios para sus hijos".
(2) "El mismo cuerpo que llevó el pecado, llevó la enfermedad. Si él la llevó, usted no tiene que llevarla. Habla victoria. Diga: Qué bueno que Jesús me sanó en la Cruz y ya no tengo que llevar esta enfermedad."
(3) Pegajoso lema pentecostal "Cristo SANA y SALVA" encierra una doctrina falsa.
(4) El renombrado evangelista Yiye Ávila y la Gran Comisión. ¿ En cuántas ocasiones , estando frente a una gran concurrencia de almas , ha proclamado usted, con ese característico vigor: "El que creyere, y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere, será condenado" ? Términos de la Gran Comisión. Palabras de Cristo.
(5) Si la sanidad divina fuera vinculada siempre con la salvación del alma, TODOS los que obedecen al evangelio disfrutarían de la sanidad de sus cuerpos en el instante de obedecer a Cristo, recibiéndola automáticamente , ¡sin que usted, o cualquier otra persona, les orara o les impusiera manos!
(6) "A la Cananea Cristo le dijo que la sanidad divina era PAN para los hijos de Dios. Mateo 15:26 " . Que extraña expresión. Hno. Ávila, ¡Cristo no se lo dijo así!
(7) ¿Cuántas "campañas de sanidad" predicaron los ilustres apóstoles Pedro, Juan y Pablo?
(8) En sus campañas, muchos millares se han "convertido". "Convertido" a qué?
(9) Si Cristo sana a todo aquel que le acepta como Señor y Salvador, ¿por qué no se curan los enfermos en el mismo instante de creer? ¿Por qué salen de su presencia en el mismo estado, sin haber recibido sanidad? Estamos hablando de personas con una sola pierna, una sola mano, o con sus extremidades atrofiadas o amputadas, y no de casos sicosomáticos , o sea, de personas cuya mente enferma ha enfermado también a su cuerpo.
(10) Si ha recibido el verdadero "don de sanidad", no tiene que gritar desesperadamente , gemir, empujar al candidato, agarrar su cabeza entre ambas manos, sacudirle, sugestionarle, ni mucho menos MANDAR o RETAR a Dios mismo que se manifieste: ¡Te ordeno, Señor, que sanes a este enfermo! Especialista en oído".
(12) "Nueva unción del ministerio. Dios creó oro, plata y porcelana en las muelas".
(13) "¡Levanten la mano todos los sordos!"
(14) Entre el sesenta y el ochenta por ciento de las personas que se declaran "enfermas" padecen de aflicciones de índole SICOSOMÁTICA. Las personas que caen en esta categoría suelen ser muy susceptibles a la sugestión , la persuasión, el emocionalismo y la hipnosis, justamente las mismas fuerzas que más se manifiestan en las campañas suyas.
(15) He aquí un pequeño reto: celebre sus campañas de sanidad en los hospitales, los manicomios o campos de batalla.
(16) En cuanto a los "TESTIMONIOS de sanidad", hay que examinarlos antes de atribuirlos credibilidad.
(17) ¿También tiene usted el don de sanar a los obesos? Con este don, ¡ganará millones! Platificar muelas, adelgazar a gordos. ¿Por qué no darle el Señor también "el don de hacer desaparecer arrugas", "el don de la cirugía plástica", "el don de darle pelo a los calvos" o "el don de transformar a los feos en bonitos"?
(18) Una fotografía con las palabras "Cicatrices desaparecidas".
(19) Mientras usted estalla con "Aleluyas", "lenguas jerigonzas" y gesticulaciones violentas, corre y salta, curiosamente, ¡la mayoría de los "sanados" enseña un semblante serio, no brincando o "alabando en lenguas".
Texto de la carta
Estimado evangelista Yiye Ávila:
Respetuosamente, nos dirigimos a usted, sinceramente preocupados por el contenido del mensaje espiritual que, desde hace muchos años, proclama insistentemente por radio, televisión, impresos y en campañas muy concurridas en muchos países.
Nos ha parecido bien emplear este medio de "Carta abierta" para hacerle saber a usted, con todos los que le apoyan, las razones que motivan nuestras preocupaciones. Usted es siervo de indiscutible estatura en el mundo religioso, un personaje de gran carisma, un evangelista famoso, un predicador admirado e imitado, casi un ídolo, capaz de reunir grandes multitudes en una casa de campaña, parque o estadio, sumamente exitoso en sus empresas. Sin embargo, no debemos excluir a ningún "siervo" del escrutinio que nos aconseja el Espíritu Santo al exhortar él: "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4:1). En esta época, usted ha "salido por el mundo" como evangelista y profeta. Por lo tanto, nuestro deber es probarle si es usted "de Dios", o de algún otro "señor" o "espíritu". No le estará mal que lo hagamos, ¿no?
No ponemos en tela de juicio su sinceridad u honestidad, ni los moviles que le impulsen a evangelizar, con tanto empeño, a los pueblos de Ibero América. Pero, sí cuestionamos la veracidad de sus doctrinas, profecías y prácticas. Además, usted lanza, continuamente, acusaciones muy serias contra los seguidores de Cristo que no compartimos las enseñanzas de usted sobre la adoración a Dios y la obra del Espíritu Santo, pronunciándonos "muertos", alegando que el Espíritu de Dios no mora en nosotros y afirmando, a voz en cuello, que no seremos arrebatados con el Señor en su Segunda Venida. Seguramente, no le sorprenderá nuestra decisión de responder a referidas acusaciones. Si tiene la bondad de leer esta "Carta" con objetividad, verá que contamos con conocimientos espirituales y argumentos poderosos basados en las Sagradas Escrituras que hacen inválidas sus acusaciones.
En su revista "La fe en marcha", encontramos muchas declaraciones las que, humildemente se lo señalamos, no armonizan con las revelaciones del Espíritu Santo dadas en la Biblia. De probarse que nos equivocamos en esta evaluación, gustosamente recibiremos la corrección merecida. Pero, si tenemos razón, serán graves en grado sumo las implicaciones para usted y sus colaboradores, con todos sus simpatizantes.
Presentamos para su consideración los siguientes ejemplos:
1. "SUPER SALUD": la dieta de frutas y vegetales. En su revista LFEM, Año 3, Número. 3, Pág. 3, usted escribió: "Esa forma de alimentación es la perfecta voluntad de Dios para sus hijos". Estas palabras suyas constituyen una contradicción atrevida de lo que es, en realidad, "la perfecta voluntad" del Señor, pues el Espíritu Santo, a quien invoca usted incesantemente, dice: "TODO lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias" (l Timoteo 4:1-5 ). En Marcos 7:19, se nos informa que Cristo mismo hizo "limpios TODOS los alimentos".
¿Ignora usted lo que dicen las Escrituras sobre los alimentos? Tanta falta de conocimiento bíblico en un evangelista internacional sería inexcusable. Si no lo ignora, ¿qué pretende? ¿Acaso suprimir lo que dice el Nuevo Testamento, sustituyendo sus propias revelaciones? Según la regla de 1 Corintios 14:37, el que no reconoce como "mandamientos del Señor" los escritos inspirados del apóstol Pablo, no puede ser profeta. Pues bien, hacemos la prueba en el caso suyo. Pablo escribió: "TODAS las cosas a la verdad son LIMPIAS" (Romanos 14:20). "Todas", y no casi todos. Obviamente, usted, al anunciar que una dieta de frutas y vegetales es la "perfecta voluntad de Dios", ha alterado drásticamente la doctrina que el Espíritu Santo impartió a través de Pablo. Por lo tanto, a usted le tenemos que rechazar como profeta, pastor, evangelista o predicador enviado por Dios. Que miles y decenas de miles le reciban a usted, aplaudiéndole y apoyándole, no cambia el hecho de que usted ha anulado, osadamente, una enseñanza clara y sencilla implantada por el verdadero Espíritu Santo. Las implicaciones para usted y sus seguidores son graves de verdad.
Pero, añade usted que el Señor le "guía en forma muy precisa en la alimentación" (LFEM, Año 2, Núm. 7, Pág. 3). ¿Quiere usted decir que el Señor le guía directamente, sin que consulte usted la Biblia? Naturalmente, surge la interrogante: ¿cuál señor?, ya que el verdadero Señor que guía a los cristianos que le servimos fielmente, nos guía por medio del Nuevo Testamento sellado con su sangre (Mateo 26:26), instruyéndonos que "NADA es inmundo en sí mismo" (Romanos 14:14) y que nadie nos "juzgue en comida" (Colosenses 2:16). Pero usted nos juzga , cambiando la ley de Cristo y quitando la libertad que hay en él. Señor evangelista Yiye Ávila, su proceder es alarmante en extremo. Usted se sube por encima de los apóstoles del Señor, anulando su palabra e implantando sus propias alegadas revelaciones. Con temor, nos distanciamos de usted, teniéndolo por hombre sublevado contra Dios que sustituye los pensamientos de su propio corazón por verdades que tienen el sello de la inspiración divina. ¿A cuál señor o espíritu escucha usted? ¿Al Espíritu Santo o al espíritu de error? En esto de "super salud: la dieta perfecta de frutos y vegetales", no cabe duda: error es lo que propaga, y el espíritu de engaño es quien le guía.
Al decírselo con tanta franqueza, ¿le faltamos el respeto, o evidenciamos no tenerle amor cristiano? Respetar y amar a usted como ser humano, como alma de Dios, siempre lo hacemos, aun sin conocerle personalmente. Señalar con vigor las consecuencias de su "nueva revelación" lo hacemos como intento de lograr que reaccione usted a la realidad, que se despierte, que cambie, que retracte, que corrija su enseñanza para que armonice con la verdadera revelación del Espíritu Santo.
¿Es correcto y aceptable amar la verdad de Dios sobre todas las cosas? ¿Aun más que a cualquier persona? Bien conoce usted las palabras de Cristo: "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí". De ahí, el que ama a evangelista o pastor más que la verdad de Dios, no es digno de Cristo, pues Cristo es "la verdad" (Juan 14:6). Sin duda, decenas de miles de almas, quizás centenares de miles, reverencian a usted, respetan y aman a usted, tanto que "lo que diga el Hermano Yiye, sea lo que sea, viene de Dios". ¿Desea usted recibir tan alta medida de homenaje? Las masas de pentecostales le adoran, casi endiosándole. Le siguen ciegamente, al parecer, emocional y psicológicamente incapaces de cuestionar su palabra, su mensaje, su práctica. Tanta adulación raya en idolatría, ¿no le parece? Ahí está usted sobre el pedestal, con las masas crédulas a sus pies, la inmensa mayoría sin conocimiento de la "sana doctrina" del Nuevo Pacto. ¡Que oportunidad inigualable la suya! ¡Que terrible responsabilidad de ser fiel portavoz de la pura verdad de Dios! Pero, tan grande es la fe de las multitudes en usted que si usted dice "vino al pan" o "pan al vino", le creerán, y a quien tenga la temeridad de cuestionarle le caerán encima a gritos de "¡Tiene demonio! ¡Hijo del diablo! ¡Fariseo colador!" Para corregir semejante mentalidad, ¿que le parece instar usted a la enorme manada de preciosas ovejas que va detrás de usted que sean más objetivas, confesándoles que usted también es mortal, no exento a equivocarse.
Usted proclama "una super salud", jactándose de tener "una salud sobrenatural". Estas grandiosas expresiones, lejos de ser bíblicas, constituyen más prueba de que está usted escuchando a un poderoso espíritu de error. ¡Jamás prometió Dios dar a todos los cristianos que ayunaran y oraran con frecuencia "una super salud"! Es más, ¡ni aun promete mantenernos siempre saludables! No obstante, el énfasis primordial y muy exagerado de todas sus campañas, programas radiales y televisivos, vídeos y publicaciones, es sobre la SALUD, ¿correcto? "Sanidad y salvación", como si fueran las dos cosas vinculadas inextricablemente. ¿Con qué autoridad alimenta usted a las almas de los ingenuos con la vana esperanza de "una super salud" ? Usted, y la mayoría de los pentecostales, están obsesionados con "la salud, la sanidad, don de sanidad, milagros de sanidad, testimonios de sanidad, pañuelos ungidos, aceite bendecido, sanidad como señal del Espíritu Santo". En cambio, Cristo y los apóstoles resaltan la SANIDAD del ALMA. Además, mediante varios ejemplos del Nuevo Testamento se nos enseña, con diáfana claridad, que aun el cristiano más consagrado puede enfermarse. Al apóstol Pablo le afligía el aguijón en la carne, y cuando suplicó al Señor que se lo quitara, la respuesta fue: "bástate mi gracia" (2 Corintios 12:7-10). El evangelista Timoteo padecía de "frecuentes enfermedades" (1 Timoteo 5:23). El siervo sacrificado Epafrodito (Filipenses 2:25-27) y el fiel Trófimo (2 Timoteo 4:20) se enfermaron, no siendo sanados milagrosamente a pesar de andar con el apóstol Pablo. Señor evangelista Ávila, ¿es usted mayor que Pablo y Timoteo? Parece que sí, pues ¡bendito sea!, usted goza de "una salud sobrenatural" ¡Que maravilla! ¡El siervo Yiye es superior al apóstol Pablo! ¡Yiye es un "superman" de Dios! ¡Yiye no se enferma! Supongamos que Yiye no muera nunca, pues le preserva "una salud sobrenatural". Con todo, lo vemos envejeciéndose, más o menos como los demás hombres de su edad, y estamos casi seguros que un día de estos se enfermará y morirá, como los demás mortales, a pesar de su super ego de "poderoso paladín espiritual".
Señor evangelista Ávila, no pretendemos burlarnos de usted, sino más bien poner en alto relieve las implicaciones de la doctrina de "salud sobrenatural", para que toda persona que indaga las vea con claridad. El amor cristiano por la pura verdad y por las almas que nos prestan atención, nos lleva a expresarnos de manera tal que no se pasen por alto deducciones necesarias que afectan la vida del creyente y su salvación eterna. De haberle ofendido, le ruego nos perdone. Por favor, tenednos paciencia, pues aún quedan temas que inquietan nuestro espíritu.
2. "Y por cuya herida fuisteis sanados", escribió el apóstol Pedro (1 Pedro 2:24). Usted dice, interpretando estas palabras: "El mismo cuerpo que llevó el pecado, llevó la enfermedad. Si él la llevó, usted no tiene que llevarla. Habla victoria. Diga: 'Qué bueno que Jesús me sanó en la Cruz y ya no tengo que llevar esta enfermedad'" (LFEM, Año 4, Núm. 10, Pág. 16).
Cuestionamos su tesis de sanidad, amigo Yiye. ¿Se refiere "fuisteis sanados" a la sanidad carnal del cuerpo físico o a la sanidad espiritual del alma? ¿A qué vino Cristo: a sanar el cuerpo físico de todo ser humano o a sanar el alma de todo ser humano? Obviamente, a sanar toda alma de sus terribles dolencias espirituales. He aquí, el fallo principal de la teología pentecostal de "sanidad divina": interpretan erróneamente 1 Pedro 2:24 Isaías 53:5. Cristo se sacrificó para curar nuestras enfermedades ESPIRITUALES, y no las enfermedades carnales; para librarnos de la muerte ESPIRITUAL, y no de la muerte física. De la manera que es natural e inevitable que el cristiano muera físicamente, también es natural e inevitable que se enferme. Obviamente, los apóstoles, evangelistas y pastores del primer siglo lo comprendían así. Pablo no exhorta a Timoteo, quien padecía de "frecuentes enfermedades": "Habla victoria, Timoteo. ¿Qué te pasa? ¿No tienes fe? ¿Estás encubriendo algún pecado? Di: 'Qué bueno que Jesús me sanó en la Cruz y yo no tengo que llevar esta enfermedad'". A pesar de su teología de "sanidad divina", los pentecostales también se enferman y mueren.
Su pegajoso lema pentecostal "Cristo SANA y SALVA" encierra una doctrina falsa. De cierto, Cristo siempre salva a los que creen, se arrepienten y se bautizan (Hechos 2:38-47), pues esa es su promesa. Pero, ¡nunca en la vida ha prometido sanar físicamente a todo aquel que confesara su nombre, obedeciendo sus mandamientos! En el evangelio de Cristo, "sana" no está ligada a "salva", ni viceversa. ¿Con qué justificación bíblica, Señor evangelista Yiye Ávila, une usted las dos acciones en su lema pentecostal, anteponiendo "sana" a "salva" como si la sanidad fuera más importante y deseable que la salvación? Sin duda, la "sanidad" atrae a muchas personas más que la "salvación", y por tal razón sus campañas se desbordan de personas en busca de "sanidad".
Estimado evangelista Yiye Ávila, por largos años, usted ha sido, no solo para los puertorriqueños sino para los pueblos de varios países, como dijéramos al principio, "un personaje de gran carisma, un evangelista famoso, un predicador admirado e imitado, casi un ídolo, capaz de reunir grandes multitudes en una casa de campaña, parque o estadio". Siempre su estandarte ha sido: "¡Cristo viene! ¡Cristo SANA y SALVA!" ¿ En cuántas ocasiones , estando usted frente a una gran concurrencia de almas, ha proclamado usted, con ese característico vigor: "El que creyere, y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere, será condenado" ? Exactamente así, sin añadir o quitar, alterar o sustituir. Palabras de Cristo; términos de la Gran Comisión "Id, y predicad el evangelio a toda criatura" . O como el apóstol Pedro frente a una gran multitud en Pentecostés: "Arrepentíos... y bautícese cada uno de vosotros en le nombre de Jesucristo para perdón de los pecados" (Hechos 2:38)? ¿Alguna vez? ¿Nunca durante todos los años de su ministerio? ¿Por qué? Gran parte de los centenares de miles que le han escuchado, depositaban su fe, su confianza, en usted, teniéndolo por ministro fiel de Dios. Al haber usted proclamado ante ellos: "el que creyere, y fuere bautizado, será salvo", "arrepentíos... bautícese... para perdón", quizás muchos miles hubiesen respondido, confesando su fe y bautizándose, como los tres mil en Pentecostés. Triste y lamentablemente, su mensaje para las multitudes no ha sido el de la Gran Comisión. Y ya usted es anciano, con pelo completamente canoso. ¿Cuándo proclamará usted el mensaje puro de la Gran Comisión a las multitudes que aún le prestan oído? Los términos de la Gran Comisión no son "¡Cristo sana y salva! ¡Cristo viene!", sino "el que creyere, y fuere bautizado, será salvo".
Si la sanidad divina fuera vinculada siempre con la salvación del alma, TODOS los que obedecen al evangelio disfrutarían de la sanidad de sus cuerpos en el instante de obedecer a Cristo, recibiéndola automáticamente, ¡sin que usted, o cualquier otra persona, les orara o les impusiera manos! No obstante, usted bien sabe que no sucede así. ¿Se sanan al instante todos cuantos "aceptan a Cristo" en sus campañas? ¿Por qué no? Por la sencillísima razón de que Dios NUNCA ha prometido otorgar la sanidad a todos los que creyeran en él. ¡NUNCA! Ya que tal es la verdad y la realidad del asunto, ¿con qué razón o lógica escribe usted: "En el segundo en que... recibe al Señor... Cristo cumplirá lo que dice Su Palabra: Yo soy tu sanador"? (LFEM, Año 4, Núm. 16). "En el segundo." O sea, "Pecador, recibe al Señor como tu Salvador, y al instante usted será curado de sus enfermedades físicas". ¡Inaudito! ¡Tremendo engaño! No hay tal "evangelio" en la Biblia. A propósito, "Yo soy tu sanador" no fue dicho a la iglesia, como alega usted, sino a los judíos que vivían bajo la Antigua Ley. Tampoco se trataba de enfermedades comunes sino de las plagas traídas sobre Egipto. ¿Ve usted cómo ese espíritu al cual escucha también le lleva a sacar de contexto los pasajes bíblicos?
¿Le ofende mi franqueza? ¿Acaso está pensando no leer el resto de esta "Carta"? Bien pudiera haber decidido callar mis observaciones e inquietudes, pero el amor a la verdad y a las almas me obliga a publicarlas. Pasar el paño tibio a los errores descubiertos evidenciaría flojera espiritual de mi parte. Solo exclamar "¡Ay bendito!, pero quizás se dé cuenta un día de estos", se interpreta como pura irresponsabilidad ante los creyentes y el público en general, ¿no cree usted? De todos modos, usted mismo, evangelista Ávila, predica con tremenda franqueza. ¿Con qué razón negarme el mismo derecho o censurármelo? La franqueza con respeto no me ofende. Al contrario, me agrada, pues es, para mí, señal de honestidad y verticalidad. Pues, toléreme con paciencia, se lo ruego.
3. En LFEM, Año 4, Núm. 9, Pág. 16, usted escribió: "A la Cananea Cristo le dijo que la sanidad divina era PAN para los hijos de Dios. Mateo 15:26". Que extraña expresión. Estimado evangelsita Yiye, ¡Cristo no se lo dijo así! Léalo bien, por favor. "No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos." ¿Dónde aparece "pan de sanidad divina" en este versículo? El "pan" retórico que menciona Jesús es su mensaje, el cual debía predicar a "los hijos", es decir, a los judíos, antes de que fuese llevado a "los perrillos", o sea, a los gentiles (Mateo 15:24).
4. Referente al tema de la sanidad divina, quisiéramos hacerle las siguientes preguntas:
a) Si Cristo llevó nuestras enfermedades en la cruz, ¿por qué se enfermaron Pablo, Timoteo, Epafrodito y Trófimo?
b) Si lo hizo, ¿por qué se enferman los pentecostales fieles del presente?
c) ¿Alguna vez dijera siquiera uno de los apóstoles a un enfermo: "Habla victoria. Diga: 'Qué bueno que Jesús me sanó en la Cruz' ? ¡Nunca! Esas expresiones son suyas, y típicas del mensaje pentecostal; palabras de hombre, palabras sicológicas, muy sugestivas. Usted persuade a los enfermos a repetir: "¡Cristo me sanó! ¡Cristo me sanó! ¡Soy sano! ¡El Señor me ha curado!" , aun cuando siguen enfermos, algunos de gravedad. Pero, se auto sugestionan, y se auto engañan, testificando "sanidad", aunque todavía sin cura.
d) ¿ Cuántas "campañas de sanidad" predicaron los ilustres apóstoles Pedro, Juan y Pablo? ¡Ninguna! Dios no manda a sus ministros verdaderos y competentes a predicar "campañas de sanidad". Es muy evidente que no se propone salvar al mundo por medio de milagros y sanidades. De haber proyectado emplear tal método para llamar a los pecadores, hubiese obrado señales y prodigios en Sodoma y Gomorra, en Tiro y Sidón, y estas ciudades, explica Cristo, se hubiesen arrepentido al presenciar lo sobrenatural (Mateo 11:20-24). Pero, claramente, "agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (2 Corintios 1:21), y no por manifestaciones sobrenaturales, porque el "evangelio... es poder de Dios para salvación" (Romanos 1:16), y no los prodigios.
e) En sus campañas, muchos millares se han "convertido". ¿"Convertido" a qué? ¿Qué busca la mayoría? ¿La salvación o la sanidad? El ser humano suele ser muy egoísta y materialista. Si le promete que se sanará y se salvará si acepta a Cristo, "se convertirá" pensando, a lo mejor, más en la sanidad, en los panes y los peces, en las bendiciones materiales, que en la salvación. Sin duda, a causa de esta inclinación notable de nuestra raza es que el Señor no ofrece la sanidad a todo aquel que creyera, pues desea que le confesemos y le obedezcamos, aunque jamás experimentemos alguna sanidad sobrenatural u otro tipo de milagro.
f) Si Cristo sana a todo aquel que le acepta como Señor y Salvador, ¿por qué no se curan los enfermos en el mismo instante de creer? ¿Por qué deben esperar hasta la "oración por milagros" que acostumbra orar usted? ¿Por qué han de ser llevados ante usted los inválidos que "reciben a Cristo como su único Salvador", en brazos de otras personas, en camillas o en sillones de ruedas? ¿Y por qué salen de su presencia en el mismo estado, sin haber recibido sanidad? Estamos hablando de personas con una sola pierna, una sola mano, o con sus extremidades atrofiadas o amputadas, y no de casos psicosomáticos, o sea, de personas cuya mente enferma ha enfermado también a su cuerpo. ¿Replica usted que no se sanan porque no tienen fe? ¿Quiere decir que confiesan a Cristo hipócritamente? ¿Qué no creen, real y sinceramente, en él? Entonces, ¿por qué concurren a las campañas suyas? ¿En capacidad de meros espectadores, o porque buscan sí con fe, pasando al frente e invocando el nombre de Cristo? Con todo, está en tela de juicio el derecho de usted de culpar de incredulidad a las personas que salen de sus campañas sin haber recibido la sanidad que procuraban. Se les ofrece "sanidad y salvación". No reciben ni la una ni la otra porque el mensaje de "sanidades, señales, prodigios, lenguas jerigonzas, Satanás está acabando y Cristo viene pronto" que escuchan no es conforme a los términos de la Gran Comisión. No se sanan, no porque no tengan fe, sino porque "sanidad" no está ligada a "fe y confesión" y porque usted no tiene el verdadero "don de sanidad". Tan sencillo. Fíjese: el apóstol Pedro sanó al cojo de nacimiento encontrado en la Puerta Hermosa del templo judío en Jerusalén sin que el inválido pidiera sanidad o diera evidencias de siquiera creer en Cristo (Hechos 3:1-10 . El mismo apóstol levantó a Dorcas de entre los muertos (Hechos 9:36 .42). ¿De quién era la fe para semejante milagro? ¿De Dorcas o de Pedro? ¡Dorcas estaba muerta! Pero, el apóstol Pedro contaba con el don de obrar milagros auténticos. Jamás hemos visto que usted obrara algún milagro parecido. Toleradnos.
g) De haber recibido usted el verdadero don de sanidad, podría sanar a TODOS los enfermos y inválidos. No tendría que gritar desesperadamente, gemir, empujar al candidato, agarrar su cabeza entre ambas manos, sacudirle, sugestionarle, ni mucho menos MANDAR o RETAR a Dios mismo que se manifieste: "¡Te ordeno, Señor, que sanes a este enfermo!" Tampoco repetir, como el papagayo: "¡Crea, crea, crea! ¡Sana, sana, sana!" un sin número de veces. Ni tampoco relatar cuentos sugestivos de supuestas sanidades en otros lugares. Por curiosidad, ¿cuántas veces hay que gritarle a Dios que sane para lograr que responda él? Cuando Pedro sanó al cojo de nacimiento, ¡lo hizo SIN ORAR a Dios! Lo hizo SIN la GRITERÍA y el alboroto escandaloso que distinguen las campañas suyas. Lo hizo SIN tener que crear en sus oyentes un EMOCIONALISMO FRENÉTICO. ¿Qué le parece? Estamos preocupados por usted, y por los que confían en usted. Su mensaje y su proceder difieren marcadamente del patrón que observamos en los siervos del Señor en el Nuevo Testamento. Sobrellevadnos, pues no podemos silenciar la voz de adentro que reclama ser escuchada. Por amor a la verdad y a las almas sinceras la dejamos expresarse, aunque suene, en ocasiones, un tanto indignada.
¿ Así que el Espíritu Santo le habló, nombrándole "Especialista en oído" (LFEM, Año 3, Núm. 5, Pág. 5? ¡Asombroso! Nuestra preocupación por usted aumenta. En el Nuevo Testamento, ¡jamás se habla de "especialidades o unciones particulares"! Al obrar Dios mediante Pedro, "TODOS eran sanados" ( Hechos 5:14-16 ). ¿Se percató? Dice: "Todos", y no tan siquiera unos pocos.
En LFEM , Año 3, Núm. 6, Pág. 10, usted anuncia "Nueva unción del ministerio. Dios creó oro, plata y porcelana en las muelas". Sanidades a medias. Milagros postizos. O, quizás "prodigios mentirosos" (2 Tesalonicenses 2:9). O, tal vez engaños rotundos. Cuando Dios sana milagrosamente de verdad, los órganos afectados se restauran a su condición natural saludable. Muela sanada perfectamente, restaurada a su condición natural saludable, sin remiendos de oro, plata o porcelana. ¿Con qué "nueva unción"? Perdone si pensamos: "Más bien, ¡nuevo engaño! "
El Espíritu verdadero de Dios nos advierte acerca de "señales y prodigios mentirosos" (2 Tesalonicenses 2:9), y Cristo anunció que los "falsos profetas" harían "GRANDES señales y prodigios" (Mateo 24:24). "¡Levanten la mano todos los sordos!", grita usted. Y para asombro nuestro, vemos que algunos levantan la mano. ¡Bendito sea!, siervo Ávila, si padecen de sordera total, ¿CÓMO, en nombre del sentido común, PUEDEN los afectados OÍR y RESPONDER a las palabras suyas ANTES de ser sanados mediante la oración para milagros? Nos quedamos estupefactos ante semejante espectáculo. Luego, dice usted: "Si cree que fue sanado, pruebe hacer lo que no podía hacer antes". ¿Probarlo? Pero, varón, los que fueron sanados por Cristo y los apóstoles no tenían que intentar hacer lo que no podían hacer antes. Su sanidad era PERFECTA y no tenían que probar andar, hablar o escuchar; tantear un poco, esperar que se recuperaran poco a poco. ¿No sabe usted discernir entre un milagro auténtico y una "señal" inventada o maquinada? Pero, somos demasiado directos, metiendo el dedo en la llaga. Ténganos por torpes, pero no por faltos de amor cristiano, pues de no amar la verdad, de no amar a usted, de no amar a todos sus colaboradores o simpatizantes, ¡jamás hubiéramos escrito estas palabras!
h) ¿ Se ha enterado usted que entre el sesenta y el ochenta por ciento de las personas que se declaran "enfermas" padecen de aflicciones de índole PSICOSOMÁTICA? Quiere decir que se proyectan en su mente como "enfermas". Tan poderosa es la mente que es capaz de inducir en el cuerpo los síntomas correspondientes a la enfermedad o aflicción que el afectado cree tener. Las personas que caen en esta categoría suelen ser muy susceptibles a la sugestión, la persuasión, el emocionalismo y la hipnosis, justamente las mismas fuerzas que más se manifiestan en las campañas suyas. En sus campañas, cuando tales personas aceptan por fe que pueden ser sanadas, sus síntomas desaparecen, en algunos casos, en el mismo instante de creer, porque no eran, en primer lugar, síntomas corporales legítimos, sino más bien el producto de un estado psíquico anormal. Pasan al frente, jubilosas, extáticas, brazos alzados al cielo, dando "testimonios" de sanidad. Usted, al parecer, eufórico, anuncia asombrosos milagros de sanidad, y la multitud ingenua, carente de "inteligencia espiritual", falta de discernimiento, irrumpe en aplausos y aleluyas. Entonces, usted con sus ayudantes, cosecha esas personas supuestamente "sanadas" milagrosamente, para sus "iglesias avivadas", donde son bombardeadas continuamente con profecías, visiones, sueños, revelaciones, testimonios, el evangelio de "super salud sobrenatural", lenguas extáticas, coritos calientes, predicaciones estridentes sobre "Cristo viene pronto", anticristo, rapto, tribulación, demonios e infierno. Usted, sus ayudantes, sus imitadores y sus seguidores darán cuenta ante Dios por su forma no bíblica de conquistar y manipular a tales personas, las que, debido a su condición mental y emotiva, fácil y rápidamente caen presa a voluntades más fuertes. ¡Ah, pero que duros hemos sido en esta evaluación! Infelices somos y temblando en espíritu por haber descrito tan gráficamente lo que pensamos haber visto o percatado. ¿Acaso nos equivocamos? ¿Acaso nos engañamos a nosotros mismos? Pero, nuestra conciencia no nos redarguye, pues seguimos convencidos de haber dicho lo que debía decirse, y con la claridad que resalta la realidad.
Si usted tiene el verdadero don de sanidad, he aquí un pequeño reto: celebre sus campañas de sanidad en los hospitales, los manicomios o campos de guerra carnal. Si lo tiene, sane a los que padecen de distrofia muscular, tienen piernas o brazos amputados, QUEMADURAS severas en casi todo el cuerpo o lesiones terribles sufridas en ACCIDENTES de tránsito. Hágalo sin griterías y alboroto.
En cuanto a los "TESTIMONIOS de sanidad", hay que examinarlos antes de atribuirles credibilidad. ¿Fue instantánea la alegada sanidad milagrosa? ¿Fue completa y perfecta? ¿O se trata de una recuperación quizás inesperada, mas sin embargo, natural que ocurrió a través de tiempo determinado? En ocasiones, los médicos se equivocan, pronunciando incurable y moribundo al paciente que, no obstante la prognosis, sigue vivo por más tiempo de lo vaticinado, a veces, por años. En tal caso, no hay "milagro", a menos que se certifique una curación total y perfecta al momento. El vocablo "milagro" se aplica a menudo a sanidades que ocurren a través de semanas, meses o años, aplicándose aun cuando el paciente sigue con vida pero sin sanarse del todo. "¡Fue un milagro!" Negativo; no fue un milagro. Quizás una sanidad inesperada, aun en contra de las leyes naturales normales, pero no fue "milagro". El uso impreciso y equivocado de la palabra "milagro" resulta en no pocos "testimonios de sanidad milagrosa" que son más bien relatos, a veces adornados y con exageraciones, de recuperaciones naturales. (Se sugiere estudiar el artículo "Un psicodrama religioso" publicado en Ecuador. http://www.oei.org.co/sii/entrega16/art06.htm)
De nuestra parte, confiamos en que Dios oye la oración del justo y que SANA CUANDO ES SU VOLUNTAD, y de acuerdo con su voluntad.
También sabemos que los dones sobrenaturales disponibles para algunos miembros de la iglesia primitiva cesaron, conforme al propósito y la declaración de Dios mismo, cuando toda la verdad fue revelada en el primer siglo (1 Corintios 13:8-13 ; Efesios 4:7-14 y Judas 3). Por consiguiente, no nos sorprende que no tenga usted el verdadero don de sanidad. Al que busca intensa y obstinadamente lo que ya no está disponible le puede suceder una experiencia engañosa y peligrosa para su alma: ¡el enemigo le entrega un sustituto ficticio! Lenguas jerigonzas en lugar de idiomas hablados por el poder del Espíritu; visiones de su propio corazón en lugar de visiones auténticas; sueños engañosos en lugar de sueños dados por Dios y sanidades fatulas en lugar de sanidades milagrosas genuinas.
i) Si las sanidades logradas en sus campañas son tan genuinas y espectaculares, ¿cómo puede usted explicar lo que hacen muchos pentecostales e inconversos, pues hemos observado con nuestros propios ojos que tanto los unos como los otros comienzan a abandonar el lugar del evento ¡precisamente en los momentos cuando se está orando por los enfermos y cuando se están dando testimonios! ¡Actúan como si nada sobrenatural pasara! "Es tarde; la hora avanza. Nos vamos", a pesar de que estén ocurriendo, supuestamente, unos milagros fantásticos.
j) ¿También tiene usted el don de sanar a los obesos? ¿De hacer desaparecer su gordura? ¡Adelgazar al instante a los gordos y a las gordas! Con este don, ¡ganará millones! Tanta gente sobrepeso en los países prósperos, entre ella gran número de pentecostales: "siervos" corpulentos y "siervas" abultadas, pastores y evangelistas redonditos. Con la excepción de quienes padecen de problemas glandulares, la causa del exceso de peso es fácil de discernir: ¡comer demás! La cura es evidente: ¡dejar de comer tanto! Dominio propio; disciplina personal. No hace falta ningún "milagro de remover exceso de grasa". Platificar muelas, adelgazar a gordos. ¿Por qué no darle el Señor también "el don de hacer desaparecer arrugas", "el don de la cirugía plástica", "el don de hacerle crecer pelo a los calvos" o "el don de transformar a los feos en bonitos"? Este renglón de "dones cosméticos" atraería a millones en busca de mejorar su apariencia física, y estos millones aportarían muchos millones para los ministerios que usted capitanea. ¡Negocio rotundo!, ¿no le parece? ¡Vamos! Seriedad y sobriedad quiere ver el Señor en sus ministros. Pero, a la luz del tremendo énfasis que el Espíritu Santo da a lo espiritual, hay que clasificar a los "dones cosméticos" como jocosos, ridículos y egoístas.
k) En "La fe en marcha", Año 3, Núm. 1, Pág. 9, aparece una fotografía con las palabras "Cicatrices desaparecidas". ¿Ve usted en esa foto una pierna sana? Uno ve lo que quiere ver, como el hombre perdido en el desierto que ve espejismos de oasis o fuentes de agua que no existen. En la fotografía aludida, ¡la cicatriz está claramente visible y la pierna se ve hinchada y enferma! "Milagros" postizos, "señales" engañosas, "testimonios" que no se ajustan a la realidad. Pero, a los crédulos religiosos sentimentalistas les encanta, les conmueve. El calentón y la niebla de su euforia los hacen ver espejismos, es decir, "sanidades, señales y prodigios" donde no existe ninguno real.
l) ¿Por qué dice usted a las almas que acuden a sus campañas: "Si usted fue sanado en alguna campaña anterior, y no ha testificado, pase a la plataforma"? A diferencia de las suyas, las sanidades efectuadas por Cristo y los apóstoles eran instantáneas y completas, y los beneficiados daban testimonio enseguida de lo sobrenatural que experimentaron. ¡Oiga! Un inválido cuyas extremidades amputadas le han sido restauradas en perfecto estado, sin cicatrices o complicación alguna, ¡saltará de júbilo, dando "testimonio" en el acto, aunque tenga que dirigirse a las piedras o a los árboles! Pero, el "don de sanidad" que ejerce usted no cubre tales casos, ¿verdad? Parece bastante limitado. No funciona en hospitales, manicomios o campos de batalla. Solo en situaciones donde se haya creado un ambiente de emocionalismo explosivo y de ardientes expectativas de presenciar o experimentar lo sobrenatural, ambiente que saben crear con impresionante destreza, no solo usted, sino también muchos pastores y evangelistas "avivados".
l. ¿Por qué permanece relativamente tranquila y callada la mayoría de los que "testifican sanidad"? Mientras usted estalla con "aleluyas", "lenguas jerigonzas" y gesticulaciones violentas, corre y salta, curiosamente, ¡la mayoría de ellos enseña un semblante serio, no brincando o "alabando en lenguas". Lo hemos presenciado, dando fe de representar acertadamente el porte de no pocos "sanados". Sencillamente, no reaccionan como personas que hubieran experimentado en sus propios cuerpos y psiquis un verdadero milagro. El "cojo de nacimiento", quien sufría su triste condición por "más de cuarenta años" (Hechos 4:23), sanado en la Puerta Hermosa del templo judío, "al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo, y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios" (Hechos 3:7-8). "Al momento", ¿anota usted?, y no una semana después. Él andaba y saltaba, y no Pedro y Juan, a diferencia del caso suyo, pues usted anda y corre de un lado a otro, salta y grita casi descontroladamente, con una mirada que da miedo, manos hechas puños, o con los dedos encorvados, mientras se quedan inmóviles, o casi inmóviles y callados, los "sanados". ¡Curioso! ¡Sumamente curioso!
Conclusión. Esperamos que nuestras muchas preguntas y dudas acerca de sus ministerios de extraordinario alcance e impacto no caigan sobre oídos sordos. Ya que usted proclama, públicamente, su fe, seguramente, nosotros tenemos el derecho de cuestionarla y examinarla públicamente. Usted nos critica y censura duramente, abiertamente juzgándonos "muertos" espiritualmente, lo cual equivale a condenarnos al infierno. Perdone la ocurrencia de que quizás el "muerto" sea usted, por tergiversar el evangelio de Jesús, hacer caso al espíritu de error, prestarse como medio para "señales y prodigios mentirosos" y manipular psicológicamente a las masas crédulas. Nosotros afirmamos, categóricamente y con muchas pruebas, estar VIVOS en Cristo, pues confiamos única y exclusivamente en la BIBLIA como guía infalible, y no en "las visiones, las voces, los sueños o las revelaciones" de quienes pretenden recibir mensajes de Dios por encima de la Palabra perfecta y completa que él ya nos ha entregado por su verdadero Espíritu Santo. El Señor nos dé, tanto a usted y los suyos como a nosotros, espíritu de mansedumbre, "inteligencia espiritual" , entendimiento, discernimiento y sabiduría celestial.
Hasta la próxima.
Homero Shappley de Álamo
PS Esta "Carta" está provocando muchas reacciones. Citamos y analizamos algunas en "Archivo C" de reacciones y evaluaciones de quienes han visitado el "Salón de Investigaciones del Pentecostalismo". (Abrir el Archivo para leerlas.) Por ejemplo, en "Diálogo con un pentecostal argentino" se abordan todavía otros aspectos del ministerio del evangelista Yiye Ávila. La Aportación Número 11 en el mismo Archivo cubre planteamientos y preguntas tales como los siguientes:
-¿ Es Yiye “hombre falso”, amante del dinero?
-¿1,000 “milagros verdaderos” y 41,000 ficticios?
-¿Desvió Yiye un fuerte huracán para que no azotara a Puerto Rico?
- “¿Nunca personas por su mensaje evangelístico han nacido de nuevo?”
-¿No sanado el apóstol Pablo porque “conocía la razón de su enfermedad”?
-¿Deben ser sanados los cristianos enfermos del presente porque “no conocen la razón de su enfermedad”? (Seis páginas)
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