En esta ocasión quiero compartir con ustedes un mensaje predicado por David Wilkerson, un verdadero profeta que durante décadas ha denunciado el pecado al interior de la iglesia, así como a los delincuentes de púlpito, falsos maestros que, lejos de alimentar a las ovejas, las esquilman.
Les aseguro que este hombre no es un profeta de almohadilla como lo son muchos que pululan en ciertas iglesias y foros de internet desde donde esparcen sus lisonjas y su veneno.
Chuy Olivares.
David WilkersonProtegiendo al rebaño de los lobos.
Por David Wilkerson
Como Pablo, en Hechos 20, va camino a Jerusalén, se detiene en Efeso. Allí convoca a los líderes de la iglesia para una reunión especial. Solemnemente, les dice a aquellos creyentes efesios: “Y ahora, yo sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro” (Hechos 20:25).
Pablo, entonces, entrega su último mensaje a los efesios. En esencia les dice: “He estado con ustedes antes y conocen todo lo que he hecho. Les he servido con humildad y lagrimas. He predicado en vuestra iglesia, como asimismo casa por casa. Todo lo he cumplido bajo las más grandes tribulaciones y persecuciones. Pero, nada he guardado de vosotros.”
Entonces, con lágrimas, les da esta sobria advertencia: “… por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20:31).
¿Qué es lo que Pablo veía venir? ¿Qué le afligió tanto, que pasó tres años gimiendo por la iglesia? ¿Acerca de qué tragedia venidera les había advertido tantas veces, tanto pública como privadamente, ya en la iglesia, ya en sus hogares? ¿Qué asunto pudo sacudir tan profundamente a este hombre piadoso y de oración.
La preocupación de Pablo no era una explosión de lujuria, adulterio, divorcio o borrachera. Sus advertencias no eran acerca de persecuciones o restricciones venideras, ya sea de parte de la sociedad o del gobierno. No les amonestó sobre alguna explosión de depravación u homosexualidad en el púlpito, o alguna decadencia moral, desempleo, pobreza, terrorismo, guerras.
En pocas palabras, las advertencias de Pablo no fueron sobre el caos que ocurre fuera de la iglesia. No. A Pablo le preocupaba lo que veía venir al interior de la casa de Dios. Así, amonestó a los efesios acerca del ministerio. De los pastores, en particular. Su visión era clara: los falsos maestros aumentarían y causarían destrucción.
En este mensaje final, la mente de Pablo no estaba en el crecimiento de la iglesia, en los problemas personales de los pastores o en las circunstancias difíciles y tentaciones que padecen los creyentes. No. El clamor profundo del corazón de Pablo era: “Ustedes obispos, ustedes pastores, pongan atención. Miren por ustedes y por su gente”.
“El Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor” (20:28). En otras palabras: “Ustedes sobreveedores, ustedes obispos, ustedes líderes: alimenten sus ovejas, prepárenlas. Susténtenlas con la pura Palabra de Dios, sálvenlas de los lobos rapaces e impostores que atacarán las ovejas débiles.”
“Porque yo sé que después de mi partida entrarán lobos en medio de vosotros que no perdonarán al rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos. Por tanto, velad…” (20:29-31).
Pablo les remarcó: “Ahora mismo, ustedes son una iglesia bendecida. Son un pueblo fiel, un poderoso cuerpo de creyentes. Tienen un fundamento sólido.” Más tarde Cristo diría lo mismo acerca de los efesios en el libro de Apocalipsis: “Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos.” (2:2).
Sin embargo, según Pablo, “Tan bendecidos como son, su iglesia no será escatimada, a menos que presten atención a mis advertencias. Van a ver levantarse un ministerio impío y perverso que hará comercio o mercancía del rebaño.” Cristo dio a los efesios la misma advertencia en Apocalipsis 2: “Dejaste tu primer amor. Arrepiéntete o quitaré tu candelero, tu testimonio brillante ante el mundo.”
¿Cómo perdieron su primer amor estos creyentes efesios? ¿Cómo empieza a morir cualquier iglesia? Queda claro que sus pastores y líderes no estaban protegiendo a las ovejas, que no fueron cuidadosos. Así, los lobos rapaces tuvieron acceso al rebaño, entraron y devoraron a las ovejas sin dejar una.
En resumen, un evangelio pervertido infiltró la iglesia y fue enseñado el error. En poco tiempo, creyentes de corazón puro se descarriaron por tan horrible decepción. Esta iglesia fiel había sido cuidadosa, por años, en juzgar lo que era el evangelio y lo que era de la carne. Pero ahora estos mismos creyentes estaban siendo encauzados en un evangelio fácil que ni aún tocaba la carne. Y fueron apartados de Cristo.
Hoy Pablo no está: los rapaces y perversos han entrado.
Lobos entre nosotrosEstos lobos y lo perverso han invadido la casa de Dios. Están engañando a pastores y a congregaciones enteras alrededor del mundo. Cuando viajo veo por todas partes a predicadores perversos dividiendo al rebaño y esparciendo las ovejas.
El profeta Ezequiel habló de estos lobos: “Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como de león rugiente que arrebata la presa. Devoraron vidas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella….Sus jefes en medio de ella son como lobos que arrebatan la presa; derraman sangre para destruir las vidas, para obtener ganancias injustas…al afligido y necesitado destruía…” (Ezequiel 22:25, 27, 29).
Muéstreme usted a un predicador que nunca expone el pecado, que no muestra a la gente la diferencia entre lo santo y lo profano, que no hace mención del arrepentimiento y del juicio y que, en cambio, dice que Dios desea que usted se vuelva rico y próspero… y calificaré a ese hombre por lo que es: un lobo rapaz. No hay duda: el tal ha sustituido la Cruz por el dinero.
Permítame describir esta clase de lobo moderno. El hombre en quien estoy pensando es uno de los más conocidos predicadores de la prosperidad en América. Hace unas pocas semanas, este fue su mensaje: “Ustedes han oído acerca de la venida de Jesús. Han oído que él puede regresar en cualquier momento. Yo les digo, eso es imposible. El no puede venir hasta que usted haya prosperado, hasta que usted tenga su hermoso auto, hasta que usted consiga la casa soñada. Simplemente, no puede venir hasta entonces.”
Recientemente me fue enviado el video de una conferencia sobre la prosperidad. La teología declarada en dicho mensaje fue: “Encuentre al predicador más próspero que conozca, y déle su dinero. Las bendiciones de él fluirán sobre usted.”
Un pastor del movimiento de la prosperidad estuvo en la plataforma y describió sus autos, su avión, su casa, sus diamantes, y hasta su perro, el cual compró en 15 mil dólares. Declaró además: “Voy a construir una casa de la cual Salomón podría estar orgulloso. Entonces, cuando la gente en mi ciudad vea mi mansión y mi Rolls Royce, conocerá que hay un Dios en el cielo.”
Mientras hablaba, la gente se acercaba y llenaba los bolsillos de este hombre con dinero. Otros iban a la plataforma para dejar allí más dinero. Más aún: otros lanzaron dinero sobre él. Entonces un músico comenzó a cantar “¡Corre por el Dinero! ¡Si corres con fuerza y rapidez, te harás rico, rico, rico!” Algunos cayeron postrados mientras otros comenzaron a correr ferozmente alrededor del edificio cantando “Corre para hacerte rico, corre por el Dinero.”
Amados, ésto me choca y me espanta: cómo puede ser que tanto pastores como cristianos creyentes de la Biblia pueden ser engañados de tal forma. Aún en nuestra iglesia, algunos feligreses distribuyeron mensajes grabados por el lobo rapaz que enseña: “Jesús no puede venir hasta haya prosperado.” ¡Qué horrible blasfemia! Jesús mismo dijo que busquemos su manifestación, que él vendrá en un abrir y cerrar de ojos, cuando menos le esperemos.
Oh, cuán ciega se ha vuelto la iglesia. Y cuán ciegos son ahora muchos pastores. Iglesias que una vez creyeron en el sacrificio, en negarse a si mismos y cargar la cruz, se han corrompido por la carne. Están totalmente concentradas en si mismas, en las cosas materiales, en la buena vida como el mundo la entiende y no en la vida santa.
El profeta Jeremías describió a los lobos rapaces, abanderados del engaño: “Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; así se han hecho poderosos y ricos. Engordaron y se pusieron lustrosos, y sobrepasaron los hechos del malo. No juzgaron la causa, la causa del huérfano, y sin embargo, prosperaron. ¡La causa de los pobres no juzgaron!”
Dice el Señor: ¿No juzgaré esto? ¿De tal gente no se vengará mi alma? Cosa espantosa y fea es hecha en el país: los profetas profetizan mentira y los sacerdotes dominan por manos de ellos. ¡Y mi pueblo así lo quiere! ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? (Jeremías 5:27-31).
Según Jeremías, estos lobos rapaces hacen sus fortunas sobre las espaldas de los pobres y los necesitados. Un prominente evangelista está vendiendo sanidad: por quinientos dólares una persona puede pasar al frente y recibir oración contra cualquier clase de enfermedades pero, si su mal es el cáncer, la oración le cuesta mil dólares.
Todo esto es una hediondez en las narices de Dios. Y permítame decirle dónde va a terminar. Servimos a un Dios paciente, quien no desea destruir o juzgar a nadie que es inducido en las redes del engaño por ignorancia. Él previene y corrige a sus ovejas. Pero el día viene cuando el Señor dirá a estos lobos rapaces:
“¡Suficiente! No robarán más a las viudas. No usarán la Sangre de mi Hijo como tarjeta de crédito para satisfacer vuestra lujuria. Ya no les será permitido ir por todo el mundo y predicar un Cristo materialista. A cada lobo rapaz vestido de oveja lo desenmascaro y lo llevo a la bancarrota. Muy pronto el dinero que está fluyendo en ustedes, se secará completamente.”
Cada pastor del Señor tiene la responsabilidad de cuidar su rebaño de los lobos rapaces.
El cuidado del pastor¿A quiénes siguen los lobos rapaces? Éstos toman como presas a las ovejas débiles y mal alimentadas. Buscan a quienes no conocen la Biblia y están atrapados en un evangelio centrado en uno mismo. Es por esa razón que la amonestación de Pablo es tan clara: “Pastores y líderes, cuídense a si mismos. Cuiden el rebaño al cual han sido llamados a supervisar. Alimenten la iglesia de Dios.” Los pastores están llamados a llenar el rebaño con la pura Palabra de Dios. Solamente entonces podrán discernir lo que es del Espíritu Santo y lo que es del lobo.
Le pregunto: ¿Cuál debería ser la preocupación de cada pastor? Creo que no deberían estar ocupados meramente en hallar nuevas maneras de atraer gente a sus reuniones. ¡No! Los pastores deben ser abrumados con la preocupación que quebrantó el corazón de Pablo. Dios puso la misma preocupación en el corazón del profeta Amós: el peligro de que la Palabra de Dios sea escasa.
En los días de Amós, Israel empezó a obsesionarse con el dinero y el materialismo. Mientras tanto, los pobres eran despreciados. Cualquiera que no fuera exitoso era blanco de burlas. En consecuencia, Amós exclamó: “Oíd esto, los a que explotáis a los menesterosos y arruináis a los pobres de la tierra, diciendo: … achicaremos la medida, subiremos el precio, falsearemos con engaño la balanza, compraremos a los pobres por dinero y a los necesitados por un par de zapatos, y venderemos los desechos del trigo. El Señor juró por la gloria de Jacob: No olvidaré jamás ninguna de sus obras” (Amós 8:4-7).
Amós vio lobos rapaces tomando como presas a las viudas y los pobres, quitándoles su plata o su sustento y exclamó: “Están quitando los zapatos a las viudas. Están robando a los pobres.”
Eso mismo está sucediendo hoy. Un lobo rapaz – un ministro consultante – le dijo a nuestro administrador financiero: “Si alguien envía una donación a su ministerio, remítanle de inmediato otra petición. En otras palabras: “No importa quien envía el dinero. Permitan a las viudas y a los ancianos que les apoyan, que den aún más, si es que ellos lo prefieren. Obtengan las más grandes donaciones que les sean posibles.” No, ¡Esto nunca será así! Hoy, ese ministro consultante está cerca de la ruina.
¿Cómo reaccionó el Señor ante tal avaricia en Israel? Le dijo a Amós: “Ciertamente vienen días, dice el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente andarán buscando palabra del Señor y no la hallarán. En aquel tiempo, las muchachas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed” (Amós 8:11-13).
Dios, en esencia, está diciendo:
“Adelante, vayan por el dinero. Desprecien a los pobres, los necesitados, las viudas, los justos. Pero yo enviaré escasez sobre ustedes y su rebaño. Ustedes morirán de hambre por una palabra celestial. Correrán del este al oeste, tratando de encontrar una palabra de mí, pero no la encontrarán.”
De la misma manera, hoy, el Señor cerrará el cielo a cada pastor materialista. Cada bendición que les fluye, pronto se secará. Y en los tiempos difíciles, el rebaño sediento que siguió a esos lobos rapaces, se esparcirá a toda prisa en la búsqueda de una palabra de Dios.
Amados, la única preocupación de nuestro Padre celestial es que ningún otro evangelio nos aleje de la Cruz. Conozco a muchos cristianos cuya fe ha naufragado debido a que hace años atrás se les pronuncio una palabra aduladora: “Tendrán un gran ministerio. Ganarán miles de almas para el Señor.” Ninguna palabra de estas se cumplió. Ahora esas ovejas están totalmente descorazonadas, su fe yace sobre un montón de ceniza.
Si usted va a recibir una palabra del Señor, deje que sea de la Escritura. Que venga de su precioso tiempo de oración en la cámara secreta con Jesús. Permita que sus amigos creyentes prueben y confirmen la palabra con usted. De otra manera, si permite que cualquier cosa lo saque del verdadero evangelio, terminará en escasez y en hambre.
Pablo advierte de una innovación aun más peligrosa contra la iglesia de Cristo.
Predicando un evangelio “amigable”Pablo dijo a los Efesios: “Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos” (Hechos 20:30). En el griego la palabra ‘perversa’ significa obstinada persistencia en promover un error.
Pablo estaba advirtiendo: “Algunos de ustedes, que están en autoridad, se levantarán y traerán un evangelio distorsionado. Introducirán una corrupción del evangelio puro.” ¿De qué podría Pablo estar hablando? ¿Cómo podría ser posible que esto ocurriera entre los líderes de su iglesia?
Note usted que Pablo no está hablando ya de lobos rapaces ni de los ladrones de viudas. El no estaba fijando la mira sobre aquellos que desprecian a los pobres. No. Pablo está haciendo alusión a los ministros que se acobardan y prefieren ocultar todo el consejo de Dios en lugar de predicarlo. El apóstol habla aquí de quienes presentan un evangelio liviano, un medio evangelio, solamente una parte de la Palabra de Dios.
Pablo declaró a estos hombres: “porque no he rehuído anunciaros todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27). Por lo tanto les dijo: “yo os declaro en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos” (v.26). En otras palabras: “Soy inocente ante el Señor, debido a que no he retenido nada al predicar a ustedes toda la verdad de Dios.”
Entonces, ¿qué es “todo el consejo de Dios” al que Pablo se refiere? En pocas palabras, todo el consejo de Dios incluye las duras materias de la Escritura, no solamente las bendiciones. Incluye la predicación sobre la excesiva perversidad del pecado. Implica predicar sobre el infierno, la venida de Cristo y el juicio que se aproxima. Significa predicar sobre la tristeza piadosa por el pecado, sobre el arrepentimiento, sobre abandonar el pecado. Es la predicación de un evangelio que no oculta la sangre de Cristo y que resulta ofensivo a muchos. Es un mensaje de tomar la cruz, de negarse a sí mismo, de sacrificio y de morir con Cristo. Es un evangelio de santidad y de separación del mundo.
Ciertos ministerios están dedicados hoy a promover lo que ellos llaman un evangelio “amigable”, uno que no ofenda. El diccionario define “amigable” o “amistoso,” como cálido, confortable, no perturbador. Por supuesto, yo creo que el evangelio de Jesucristo es de consuelo, y sanidad. El Evangelio es, con seguridad, la más grande noticia que el hombre puede haber escuchado. Y como mensajeros del evangelio, estamos ciertamente llamados a predicar ánimo, esperanza y fe.
Pero si atendemos a las exhortaciones de Pablo, entonces, estamos llamados a predicar todo el evangelio. Y “todo el evangelio” incluye un mensaje ofensivo, una palabra que provoque y constriña cualquier corazón lleno de pecado, tanto de creyentes como no creyentes. Según Pedro, el evangelio de Jesucristo es “Piedra de tropiezo y roca que hace caer. Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra” (1 Pedro 2:8).
Pero el evangelio “amigable” que es presentado hoy, se niega a hacer eso. Quienes lo predican, rara vez llevan a su gente a una convicción del Espíritu de Dios por el pecado. ¿Puede imaginarse a Pablo predicando un mensaje que excluya el llamado a negarse a sí mismo? ¡Nunca!
El evangelio “amistoso” no es nada más que un mensaje pasado por agua, tibio, que intenta alcanzar las multitudes más grandes que pueda. Trágicamente, nunca trata los asuntos que conducen a los hombres hacia la Cruz: el pecado. En cambio, esconde la verdad, la misma verdad que libera a la gente.
Al leer la advertencia de Pablo, tiemblo por lo que veo que va a suceder en nuestro tiempo.
Todo el consejo de Dios está aquíHe determinado predicar todo el consejo de Dios hasta el día que yo me vaya con el Señor. Y lo haré debido a la exhortación de Dios para todos los predicadores, que está en Ezequiel 33: 3-9:
“Y él (el centinela) vea venir la espada sobre la tierra, y toque la trompeta y avise al pueblo, cualquiera que oiga el sonido de la trompeta y no se prepare, y viendo la espada lo hiera, su sangre será sobre su cabeza. El sonido de la trompeta oyó, pero no se preparó; pero el que se prepare, salvará su vida. Pero si el centinela ve venir la espada y no toca la trompeta, y el pueblo no se prepara, y viniendo la espada, hiere a alguno de ellos, este fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del centinela. A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel; tu oirás la palabra de mi boca y los amonestarás de mi parte. Cuando yo diga al impío: “¡Impío, de cierto morirás!”, si tú no hablas para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tu avisas al impío de su camino para que se aparte de él, y el no se aparta de su camino, él morirá por su pecado, pero tu libraste tu vida”.
Como predicador de la Palabra de Dios, debo avisar al impío, o el Señor me hará responsable por su sangre. Con razón Pablo dijo a los efesios: “Soy inocente de la sangre de todos los hombres.” Él sabía acerca de la advertencia de Dios a los predicadores en Ezequiel 33.
Predico en una iglesia donde la gente viene de todos los caminos de la vida: travestis que viven en un infierno personal, actores y actrices que ahogan su desesperación en el alcohol y las drogas, desesperados hombres de negocios al borde del suicidio. Al mirar las caras de estos sufridos pecadores, ¿cómo puedo estar atemorizado de darles la verdad? ¿Cómo habría yo de retener frente a ellos alguna Palabra de Dios, sabiendo que la única verdad que les hablará es la sangre de Jesús y la cruz de Cristo?
Mi mensaje algunas veces puede ofender a pecadores y a los que se comprometen con el pecado. Pero no tendré ninguna sangre en mis manos en el día del juicio. Puede pensar: “Todo lo que usted señala viene del Antiguo Testamento. Esto no se aplica en este día de gracia”. Si esto es verdad, entonces Jesús estuvo equivocado cuando citó a Isaías y los otros profetas. Y lo mismo es válido para Juan el Bautista y el apóstol Pablo. Pedro escribe: “De este [Jesús] dan testimonio todos los profetas.” (Hechos 10:43).
Aquí están las propias palabras de Jesús sobre este asunto: “Yo soy el buen pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa” (Juan 10:11-12).
Jesús dice que el buen pastor entrega su vida por las ovejas. ¿Qué significa exactamente esto, hoy, para un ministro de Dios? Esto incluye dejar el orgullo, abandonar todo temor al hombre y toda cobardía cuando se trata de predicar todo el consejo de Dios. Esto es un requisito ineludible para cualquier pastor: está llamado a alimentar el rebaño.
Ahora, permítame darle algunas buenas nuevas.
Veo a Dios levantando un remanente santo, de buenos pastores.
Estos pastores están buscando a Dios con diligencia fresca. Son ministros devotos, jóvenes y ancianos, quienes no permitirán que ningún lobo rapaz toque a sus rebaños. Estos pastores miran a la iglesia de hoy y les enferma y les cansa el gran número de deserciones que ven. Gimen al ver que las ovejas son esparcidas a la derecha y a la izquierda, porque no tienen un pastor verdadero.
Estos piadosos pastores tienen una profunda inquietud: han determinado alimentar a sus rebaños con la pura Palabra de Dios. Se niegan a edificar sus propios sueños sobre las espaldas de los pobres y de las ovejas débiles. En cambio, vienen al púlpito con una palabra fresca y encendida del Espíritu Santo. Saben que ello es lo único que mantendrá de pie a sus ovejas en los días difíciles por venir.
Mi hijo Gary y yo nos reunimos con estos pastores devotos alrededor del mundo, mientras sostenemos asambleas de ministros. Los encontramos cansados de conceptos hechos por hombres y del activismo. Todo lo que ellos desean es oír de Dios. Ellos saben que este mundo está corriendo rumbo al juicio, por lo tanto predican con el fuego del Espíritu Santo. No están compitiendo con otros, no están tratando de ser estrellas religiosas. No quieren ser hallados corriendo tras sueños estúpidos, cuando Dios esté sacudiendo todo lo que puede ser sacudido.
Creo que pronto, en un solo día – un día de terror y de pánico – Dios hará caer todos los evangelios falsos y perversos. Él cerrará todas las iglesias que complacen la carne. El Apocalipsis dice que en una hora caerá Babilonia. Es cuando veo a Dios quebrando a cada “ministerio rapaz.”
En su lugar se levantará un cuerpo de vencedores. Estos siervos de Dios serán audaces, santos, totalmente preparados debido a que fueron plenamente advertidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario