"Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios.
Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud." Jeremías 31: 18-19
HERODES
Herodes Antipas, idumeo por parte de padre y samaritano por parte de madre, se metió en un buen lío de familia que al final terminaría con su exitosa carrera política. Era tetrarca de Galilea y Perea y estaba casado con la hija de Aretas, un vecino rey Arabe. La región oriental de su tetrarquia y el reino de su suegro, tenían una extensa frontera común. El matrimonio de destruyo cuando Herodes repudio a su mujer para reemplazarla por Herodias, que era a la vez su cuñada y sobrina.
Juan el Bautista, el mensajero precursor del ministerio del Mesías, había confrontado al tetrarca con la ley de Dios. Como lo hizo el profeta Natan con el rey David, el Bautista le señalo claramente el pecado a Herodes. Sin embargo este, no reacciono como David. Su corazón distaba mucho de ser conforme al de Dios. Herodes, edomita y por lo tanto vengativo, no interpreto la amonestación como una visitación de la gracia de Dios que odia llevarle al arrepentimiento.
Así fue que perdió la gran oportunidad de su vida y se hundió en su propio cieno. Hizo detener a Juan y lo envío a la cárcel instigado por su propia esposa. Días mas tarde, la cabeza del Bautista, rodaba por el piso sucio de una celda fría en la fortaleza de Maqueronte.
¡Cuantas veces las amonestaciones de Dios son una oportunidad para el arrepentimiento y nosotros nos enojamos o escondemos en vez de verlas como una visitación de Su gracia! Dios se vale de variados métodos para hacernos ver nuestro pecado, pero no porque sea un policía buscando al próximo para encarcelar. Mas bien debes verlo como aquel medico que, desesperado, advierte y ofrece remedio a su paciente después de haber diagnosticado una enfermedad terminal. No te enojarías con el, ¿verdad?
Sin embargo, esa es la actitud herodiana que toma el ser humano hoy en día y siempre. Le da la espalda a Dios ignorando que Su reprensión no es ni mas ni menos que un llamado al ajuste de cuentas. No huyas o intentes esconder lo evidente. Agradecele por ofrecerte Su ayuda y entregate a EL.
¡CUANTAS VECES LAS AMONESTACIONES DE DIOS SON UNA OPORTUNIDAD PARA EL ARREPENTIMIENTO!
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