"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor." Romanos 12:19
LO AMARGO DEL RENCOR
Cuando surge un conflicto, muchas veces este resulta en resentimiento o amargura, especialmente cuando se cometen injusticias. En casi todo conflicto entre personas existen faltas de ambos lados; pero, para justificarse, cada uno inculpa al otro y le hace quedar como responsable. Esta forma de "irresponsabilidad" nunca traerá solución al conflicto. Este rencor guardado puede acarrear muchos males.
Consideremos algunos: Consecuencias fisicas: debilita el organismo, úlceras estomacales, aspecto mudado. Consecuencias mentales: migraña, insomnio, distracción. Consecuencias emocionales: odio, tristeza, mal humor. Consecuencias familiares: peleas, clima tenso, mal ejemplo a los hijos. Consecuencias espirituales: problemas para relacionarme con Dios y recibir su perdón.
Para conquistar mi rencor en vez de ser conquistado por el, debo perdonar. Claro que no olvidare la ofensa, pero debo romper el enfoque emocional y no vivir esclavo de la persona que me ofendió. Debo dejar de pensar en la persona y enfocarme en la ofensa. Solo así aceptare esta experiencia esta experiencia como formativa de mi carácter. De esta manera, lo mas importante no es quien me lastimo o que es lo que me hicieron, sino la lección que pueda cosechar de ello.
Debo mirar al ofensor como una herramienta de Dios. Si Dios están grande que puede usar aun la injusticia mas cruel y los crímenes del mundo para lograr sus propósitos. Lo hizo en la Cruz y lo puede hacer contigo. Guardar rencor es una forma de venganza, y la venganza le corresponde a Dios, dice Romanos 12:19. Reconozcamos que el ofensor ya esta recibiendo las consecuencias de su ofensa, porque una vida en desarmonía con los demás acarrea dificultades.
Debemos perdonar aun antes de que el ofensor nos venga a pedir perdón, como lo hizo Jesús en la cruz, que pidió a Su Padre que nos perdonara antes de que se lo pidiéramos. Dios, muchas veces, quiere usar el maltrato que otro nos da para llamar nuestra atención a grandes necesidades en la vida de esa persona para que le ayudemos. Pero no podemos ayudarle con resentimiento y amargura en el corazón. Recuerda que necesita perdón, amor y comprensión. ¡Perdonala y se libre!
DEBO MIRAR A MI OFENSOR COMO UNA HERRAMIENTA DE DIOS EN MI VIDA. ASI, ME CONCENTRO MAS EN DIOS QUE EN ESA PERSONA.
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