LOVE STORY
Décadas atrás, los aficionados a los largometrajes fueron conmocionados con la película: "Historia de Amor" conocida en ingles como "Love Story" titulo que dio origen al tema musical compuesto por el talentoso Henry Mancini. En aquel guión, Ryan O'neil, el protagonista del drama, personificaba a un fiel amante que veía morir de leucemia al amor de su vida.
Desahuciada ella, el personaje la amo hasta el final, arrancando lagrimas de los ojos de cuantas mujeres acudían a las salas de cine de aquel entonces. Tres generaciones mantuvieron en primer lugar a esta película que batió records de taquilla en los Estados Unidos y otros países.
Lo que Ryan no sabia era que aquella historia ficticia se haría realidad en su propia vida años después. Si. Aquella temible enfermedad del cáncer que acabo con la pareja de la película, ahora estaba acabando con su propia vida, y la leucemia iniciaba la cuenta regresiva para este afamado actor.
Muchas veces, las cosas que imaginamos, las que tenemos o las que vemos en otros, con el tiempo se hacen realidad en nuestras propias experiencias, y decimos como Job: "El mal que temía, ahora me vino a mi" ¿Quien tiene asegurado su futuro? ¿Quien puede decir: "Esta desgracia a mi nunca me va a suceder"? Así como la desgracia, tampoco la fortuna, la felicidad o los logros dependen de desearlos o no desearlos.
Hace falta una serie de ingredientes indispensables para que tus temores mas profundos no se hagan realidad o para que tus anhelos mas deseados se concreten. Lo esencial para una vida de triunfos, ya sea en lo afectivo, en lo económico o social, es contar con la guía del Espíritu de Dios morando en tu interior y mostrandote el sendero y la lampara de la Palabra de Dios iluminando tus pasos.
David dijo en sus salmos, "Por lo cual no resbalará jamás; En memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová." Salmo 112: 6-7. Recuerda: Si no quieres temerle al futuro, busca hoy la justificación en Dios a través de Jesús y confía en Sus promesas.
AL IGUAL QUE LA DESGRACIA, LA FORTUNA, LA FELICIDAD O LOS LOGROS NO DEPENDEN DE DESEARLOS O NO DESEARLOS.
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